40 años no es nada
19 noviembre, 2014El Sector de la Arquitectura en China (Fuente: ICEX)
12 diciembre, 2014El pasado 18 de Noviembre la Alcaldesa de Madrid Dña. Ana Botella presentó en el Ayuntamiento el libro del hermanamiento entre la Avenida de Mayo de Buenos Aires y la Gran Vía de Madrid. Este libro es una iniciativa de las Asociaciones de Amigos de ambas Avenidas. Por invitación de la de Amigos de la Avenida de Mayo, a la que tantos lazos familiares y afectivos me unen, redacté dos Capítulos que se han incluido en el mismo. Publico hoy el relativo a la Gran Vía.
El Siglo XIX fue una centuria perdida para España en términos de progreso y modernidad, las malhadadas circunstancias vividas por nuestro país durante ese tiempo nos abocaron a entrar en el Siglo XX con un importante retraso en muchos aspectos.
Madrid como capital del Reino era en 1900 un fiel reflejo de esta situación, si bien durante el reinado de Isabel II, el de Alfonso XII y la regencia de María Cristina de Habsburgo ya se habían comenzado a realizar labores de embellecimiento urbano con nuevos edificios, que mejoraban la imagen de la ciudad, se había ensanchado la misma y se habían erigido nuevos barrios, aún no se habían acometido obras de grandes avenidas que reflejasen esa voluntad decidida de progreso y modernidad que Madrid y España necesitaban.
Aunque la urbe contaba en la época ya con quinientos mil habitantes, un apiñado caserío seguía ocupando su centro, con una imagen castiza en la que por estrechas callejuelas se entremezclaban corralas con iglesias, pensiones, conventos y palacetes de la aristocracia, en un totum revolutum muy del gusto español, que permanecía desde tiempos de los Austrias.
La definitiva pérdida de los restos del Imperio Español en Cuba y Filipinas en 1898, sumió a los ciudadanos en una profunda depresión colectiva, de la que se esperaba salir con el advenimiento del nuevo Rey Alfonso XIII, él era la persona destinada a liderar la modernización de España y su homologación con el resto del mundo desarrollado, o al menos eso era lo que de él esperaba el pueblo español.
Con anterioridad, tras la aprobación del Plan de Ensanche de Madrid del arquitecto Carlos María Castro, que permitiría a la ciudad crecer con nuevos barrios, es en 1886 cuando el arquitecto Carlos Velasco al realizar la unión de la Calle de Preciados con la Plaza de Callao, redacta los primeros proyectos para una Gran Vía que uniera la Calle de Alcalá con la Plaza de España.
Inicialmente y dada la envergadura de la obra así como las ingentes expropiaciones y modificaciones que representaba para Madrid, la oposición del pueblo fue total y como suele ocurrir en España al final cristalizó en una zarzuela que con el nombre de: “La Gran Vía”, fue compuesta por Federico Chueca, sobre libreto de Felipe Pérez y González, estrenándose ese mismo año, con gran éxito. Así las cosas, el proyecto fue languideciendo entre chanzas populares y mucho más con el fallecimiento del arquitecto en 1888, por lo que momentáneamente se paralizó.
No obstante para las mentes más lúcidas de la ciudad y en particular para su Alcalde el Conde de Peñalver el asunto no estaba archivado, ni mucho menos. Pensando en esa modernidad necesaria para Madrid, el proyecto definitivo de la Gran Vía redactado por los arquitectos municipales José López Salaberry y Francisco Andrés Octavio Palacios se presenta en 1899.
Con tal motivo, la viuda de Velasco interpone una demanda judicial por plagio del proyecto de su esposo, que es desestimada, aprobándose definitivamente el plan para realizar la Gran Vía en 1901.
Comienza entonces el largo y lento proceso de expropiaciones, y el no menos penoso de contratar las obras, ya que su importancia, impopularidad y complejidad asustan a muchos de los contratistas españoles de la época, hasta tal punto que quedan desiertos varios de los concursos que el Ayuntamiento de Madrid convoca para realizarla, es definitivamente el contratista francés Martín Albert Silver el que gana la última convocatoria y se firma el contrato de ejecución de obras en 1909, por veintinueve millones de pesetas, cantidad entonces astronómica.
El proyecto se divide en tres partes, la que va desde el cruce con la Calle de Alcalá hasta la Calle de la Montera-Red de San Luis (denominada tramo B), que es el primer tramo que se acomete, la que va desde la Calle de la Montera-Red de San Luis hasta la Plaza de Callao (denominada bulevar), siguiente tramo, y la que va desde la Plaza de Callao hasta el encuentro con la Plaza de España (denominada tramo A), que es la última que se ejecuta.
Los tramos primero y último, que son en pendiente, se diseñan con 25 metros de ancho, el tramo central, que es llano, tendrá 35 metros de ancho, ya que inicialmente se piensa hacer con un bulevar central ajardinado, hecho que ante el incremento imparable del tráfico rodado por la Gran Vía, desde su inauguración, se abandona, dejando que ocupe también toda la calzada.
Es el 4 de Abril de 1910 cuando en la Calle de Alcalá el Rey Alfonso XIII da el primer piquetazo a la fachada de la Casa del Cura, aneja a la Iglesia de San José, acompañado por la Familia Real, el Alcalde de Madrid José Francos Rodríguez y el Presidente del Gobierno José Canalejas, así como numerosos notables de la ciudad, diplomáticos, otras autoridades y muchos ciudadanos, lo que da idea de la importancia del proyecto y de lo que representaba para Madrid.
Serían ingentes las demoliciones que seguirían a la que aquel piquetazo había iniciado, hasta abrir una Gran Vía en el centro de la ciudad, que comunicaría los nuevos barrios de Salamanca y Argüelles, y que sería el escaparate de todo lo mejor que los madrileños podían ofrecer a residentes y visitantes.
Otras obras que se realizaban en Madrid en la época iban en la misma línea. Se inauguraría también ese año de 1910 el Hotel Ritz y posteriormente el Hotel Palace en 1912, ambos en la Plaza de Neptuno, Hoteles de una categoría y servicios como no había ninguno en la época, se estaban acometiendo las obras del Metro de Madrid, nuevas estaciones de ferrocarril etc., y en definitiva por fin la capital estaba entrando en la modernidad.
El tramo B se desarrolló entre 1910 y 1916, un tiempo récord dada la complejidad de la obra. Simultáneamente a la urbanización de la Vía, con nuevas instalaciones urbanas, se estaban edificando edificios a ambos lados de la misma, de forma que cuando estuvo terminado lo fue tanto desde el aspecto urbanístico como edificatorio.
Las edificaciones de este tramo responden aún a un estilo novecentista digamos parisino, en él se implantaron varias empresas, hoteles y centros de reunión de los más representativos en la España de la época, con edificios como el de la Unión y el Fénix Español, el Hotel Roma o las oficinas de Previsores del Porvenir, el Casino Militar o la Gran Peña.
Las obras del segundo tramo dieron comienzo en 1917 y duraron prácticamente hasta el comienzo de la Guerra Civil en 1936, si bien en sus comienzos la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) le permitió desarrollarse con holgura, dada la opulencia económica que esa neutralidad representó para España, sin embargo los avatares políticos y sociales de los años 20 repercutirían en las obras, con los cambios de Monarquía a República en 1930 y el pronunciamiento militar de 1936 en contra de esta última, que hizo que la guerra apareciera también en la Gran Vía.
No obstante éste es el tramo que encarna en sus edificaciones de modo más claro la idea que la Gran Vía representa, se materializan en él rascacielos dignos del estilo racionalista de Nueva York o Chicago, como el Edificio Telefónica o el Palacio de la Prensa, se abren grandes almacenes como el de la Sociedad Española de Precios Únicos (SEPU), cadenas de radio como la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), bares americanos, comercios, cafés elegantes y muchos grandes cines, en definitiva se plasma en la realidad ese gran escaparate que Madrid quiere ofrecer al mundo como ciudad moderna que era.
El tercer tramo da comienzo en 1925, cuando aún estaba en desarrollo el segundo, y aunque la Guerra Civil por supuesto afecta a las obras, sus hoteles y restaurantes acogen a los cronistas que como Hemingway vienen a España a vivir y relatar los tristes acontecimientos, él sería quien definiría a la Gran Vía como una mezcla de Broadway y la Quinta Avenida de Nueva York.
Desde el final de la Guerra Civil en 1939 y a pesar de las dificultades económicas por las que España tuvo que pasar en una durísima posguerra, siempre estuvo claro que había que terminar la Gran Vía y así siguió construyéndose con edificios en un estilo definitivamente moderno, como el racionalista Edificio Capitol en la misma esquina de la Plaza de Callao o el Edificio Coliseum ya llegando a la Plaza de España, y se remató en los años 50 con dos grandes rascacielos como son el Edificio España y la Torre de Madrid, en la misma Plaza.
Con el desarrollismo de los años 60 comenzó un cierto declive de esta magna obra, ya que a pesar de que se habían instalado en sus proximidades los dos Grandes Almacenes más importantes de Madrid: El Corte Inglés y Galerías Preciados, y aunque sus cines y cafeterías todavía conservaban gran atractivo, fueron otras calles de la ciudad las que se pusieron de moda para el comercio de lujo, como la Calle de Serrano o la de Velázquez, ambas en el Barrio de Salamanca.
Y poco a poco comenzó una decadencia que llegaría hasta los años 80, en que por contraste es cuando por fin se llamó de verdad y oficialmente “Gran Vía”, siendo Alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, pues todos los diferentes Gobiernos y Regímenes que se sucedieron durante su larga historia habían aprovechado su imagen para honrar a los héroes de uno u otro bando con diferentes denominaciones, aunque el pueblo siempre la había llamado así.
A partir de esa fecha comienza otra lenta revitalización de la Gran Vía, que sigue siendo una arteria fundamental para Madrid, se restauran muchos edificios, y los antiguos cines se reconvierten en Teatros Musicales o Centros Comerciales, de forma que podemos decir que ha llegado a nuestros días viviendo una nueva juventud, manteniendo su señorío y su atractivo, pero adaptada a los nuevos usos, o a los de siempre actualizados.
La Gran Vía es el gran proyecto de transformación urbana del centro de Madrid en el Siglo XX, representa como ninguna otra obra la voluntad de la sociedad madrileña, y de sus dirigentes, de convertir una zona insalubre, abigarrada y carente de interés, en un espacio de la mayor dignidad que mejora toda la ciudad, algo que coloca a Madrid en consonancia con otras grandes capitales del mundo, que la moderniza y que aún hoy en día continúa siendo un legado imperecedero, tras más de 100 años, que acoge a todos los madrileños y a nuestros visitantes de todo el mundo.
Miguel Ángel Álvarez